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Un 20 de marzo como hoy en nuestro país pero un año atrás iniciábamos una nueva etapa en nuestras vidas: el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio. Empezábamos a transitar en carne propia una “nueva normalidad” marcada por la pandemia, una crisis que afectó al mundo entero, con aciertos y desaciertos a lo largo de todo este tiempo. La “crisis” realmente mostró los dos caracteres del significado de esta palabra de origen chino: “riesgo” y “oportunidad”.

Aunque parezca un juego de palabras, realmente considero que nuestra oportunidad está en el manejo correcto de los riesgos. Llevamos 1 año de iniciado el ASPO y un recorrido que nos ha demostrado que aún no estamos sacando provecho de lo aprendido. Muchas personas desconocen el papel de la Internación Domiciliaria como contención contra la pandemia, entre los cuales se encuentran quienes toman decisiones clave en las instituciones y organizaciones que tienen la obligación de protegernos.

Lo cierto es que está siendo desaprovechada, si bien está demostrado que este tipo de atención tiene calidad hospitalaria, que existe hace más de 30 años, que permite hacer un uso estratégico de las camas en los hospitales, dar eficiencia al sistema de salud público y privado, y aun habiendo cobrado mucho protagonismo en los últimos tiempos por la pandemia.

Personas con distintas patologías que están internadas en centros de salud, pero se encuentran estables, siguen allí corriendo el riesgo de contraer infecciones intrahospitalarias. Extrañan a sus familiares, a los que no se les permite el ingreso, en detrimento de su salud emocional. Otros que realmente necesitan un lugar en el sanatorio no lo obtienen.

Pacientes con COVID-19 que podrían estar en sus casas son alojados en lugares como hoteles. Médicos que podrían estar atendiendo muchas situaciones vía online están exponiendo su salud y la de quienes los rodean. Se destinan recursos para traslados que podrían evitarse cuando el paciente realiza el proceso de rehabilitación en su hogar. No debemos aceptar un manejo incorrecto de nuestros recursos, humanos y monetarios.

Para quienes aún no conocen lo que es la internación domiciliaria, incluidos actores clave en la toma de decisiones aunque sorprenda a esta altura, este tipo de asistencia brinda en la casa de las personas la tecnología, los insumos y recursos humanos que necesitan, sea cual fuere su patología, con la condición de que se encuentren estables y las condiciones del hogar habiliten su presencia. Así, cuentan con el acompañamiento de enfermeros, kinesiólogos, neurólogos y pediatras, entre otros profesionales, con un médico tratante que sigue la historia del paciente y encabeza al equipo interdisciplinario de trabajo. La pandemia aceleró el avance de esta atención que se veía como del futuro.

Desde siempre, la internación domiciliaria se maneja bajo los protocolos de salud indicados por el Ministerio de Salud de la Nación para la seguridad de quienes reciben la atención y quienes la dan.

Además de que está demostrado que la recuperación se ve favorecida en el propio hogar del paciente, en cercanía a sus seres queridos y con sus cosas, la realización del tratamiento desde casa tiene muchos más beneficios indirectos, que a veces se escapan de los ojos de las autoridades como, por ejemplo, evitar las reinternaciones, la concurrencia de los familiares a los sanatorios y su consecuente permanencia en la sala de espera, muy importante para la preservación de la salud en tiempos de coronavirus, que aún no sabemos cuánto más permanecerá.

Aun cuando la internación domiciliaria forma parte del Programa Médico Obligatorio (P.M.O.), es decir, que todas las obras sociales y prepagas la cubren al 100% en sus planes, el sector de la internación domiciliaria tuvo en 2020 la capacidad de brindar atención a miles de pacientes más a lo largo y ancho del país y no fue aprovechada del todo. Y, en lo que respecta a COVID-19, desde la organización que dirijo solo brindamos atención a 1 de cada 370 pacientes que dieron positivo en Argentina cuando contábamos con mayor capacidad de acción.

Tengo la esperanza de que, quienes toman las decisiones a escala nacional y ocupan roles de poder en las distintas instituciones, trabajen codo a codo con nosotros por democratizar el acceso a la internación domiciliaria, hacer más justo el sistema de salud en general y brindar la información que nos merecemos. La oportunidad la tenemos. Confío en que, con escucha, acción y buena voluntad, pronto sucederá.

*Por Valeria Muda, Licenciada en Administración de Servicios de Salud, Directora de Grupo Medihome

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