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Las entidades y cámaras médicas argentinas alertan de las demoras y cancelaciones que atentan contra la prestación de servicios de salud presenciales y domiciliarios a causa de personal estresado y enfermo por COVID-19.

Cuando pensamos a mediados de 2021 que la pandemia de COVID-19 generada por el coronavirus SARS-CoV-2 estaba retrocediendo gracias al surgimiento de las vacunas creadas y a la aplicación masiva en el país, la tercera ola de contagios golpeó fuerte a fin del último año y evidenció un pico récord de positivos a comienzos del actual.

Es que el coronavirus encontró nuevas versiones de sí mismo a través de sus variantes para ser más contagioso y sobrevivir más tiempo. Después de las variantes Alpha, Beta y Gamma, le siguieron Delta y Ómicron. Ésta última con 52 mutaciones del virus original de Wuhan, China, que la hacen más contagiosa. Así, Argentina alcanzó el 14 de enero la cifra récord de contagios con 139.853 positivos por COVID-19 y se contabilizaron 96 muertes.

Un dato clave lo evidencia: en enero se registró el 25% de todos los casos diagnosticados con la infección desde el inicio de la pandemia en marzo de 2020.

El infectólogo Osvaldo Teglia, especialista en Clínica Médica e Infectología y profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral, explicó que “si bien nada parece indicar que volvamos a vivir la situación de saturación del sistema de salud del año pasado, hay que tener presente que aunque estemos frente a un virus causante de infecciones más leves y de menor o poca letalidad tiene un gran potencial de expansión que puede llevar a un número absoluto muy alto de casos; en este escenario sería posible un incremento de las hospitalización, particularmente en la medida que las infecciones se trasladen a grupos de mayor edad o afecten a mucha gente”.

Más allá de que los científicos que caracterizaron la variante Ómicron, causante de la tercera ola en nuestro país, advirtieron que generaba síntomas más leves que su antecesora Delta, el incremento de contagios alcanzó a más personas con enfermedades preexistentes y a los pocos días se observó una mayor ocupación de camas de terapia intensiva. En la semana del 24 de enero, el nivel de ocupación de las terapias volvió a estar en los niveles de agosto del año pasado y ya hubo cirugías por otras enfermedades que se han reprogramado.

También la tercera ola expuso el incremento de fallecimientos. Así, de los menos de 100 muertos por día en pleno récord de positivos, en la primera semana de febrero se contabilizaron más de 300. Tal como se observó en Sudáfrica, país en donde fue detectada la variante Ómicron el 10 de noviembre último, y notificada al mundo 14 días después, el pico de contagios en Argentina comenzó a retroceder en febrero. Los casos confirmados de COVID-19 por semana bajaron más de un 20% a nivel nacional entre la última semana de enero y la primera de febrero.

“Se registró un aumento de la ocupación de camas en los hospitales por esta ola de la pandemia con la circulación de la variante Ómicron. Pero el aumento de los ingresos de pacientes con COVID-19 empezaría a ser más lento”, afirmó la doctora Rosa Reina, ex presidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI).

Igualmente, Carina Balasini, miembro de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI), admitió que “para disponer de camas para pacientes con el COVID-19 ya se están suspendiendo cirugías programadas en algunos hospitales de Córdoba, AMBA, y Santa Fe, entre otras jurisdicciones”.

La ocupación de camas en terapia intensiva había llegado a un mínimo 570 internaciones diarias en terapia intensiva como promedio semanal en la semana del 15 de noviembre. Desde entonces, el nivel de ocupación de camas en Unidades de Terapia Intensiva (UTI) casi se quintuplicó, llegando al 7 de febrero con más de 2500 personas internadas.

El porcentaje de ocupación total de camas en unidades de terapia intensiva de adultos llegó al 50%, a nivel nacional. Pero hay provincias como Neuquén o Salta en que la cifra trepó hasta más del 80% en los primeros días de febrero. En otras 5 (Santa Fe, Tucumán, Santiago del Estero, Río Negro y Chubut) el requerimiento de cuidados intensivos superaba el 70 por ciento. En total se registraron 12 provincias con su sistema de salud estresado, es decir, donde las camas de cuidados intensivos ocupadas superaba el 60 por ciento.

Otro signo de alarma lo comunicó la Federación de Cámaras de Emergencias Médicas y Medicina Domiciliaria (FEM), que ante el incremento de casos positivos COVID-19 en los últimos días, informó que las llamadas entrantes a las empresas de emergencias, urgencias y atención médica a domicilio se incrementó más de 200% en diciembre y enero.

“Ante situaciones como esta, el aumento exponencial de las llamadas expone al sistema de atención primaria y prehospitalaria a una tensión que genera demoras en la atención de casos no urgentes y malestar por parte de los pacientes. Si bien las empresas del sector están redoblando los esfuerzos con sus equipos para dar respuesta a este nuevo aumento de la demanda como consecuencia de los aumentos de los casos COVID-19, es importante recordar que los contagios y aislamientos también afectan al personal de salud, generando importantes bajas transitorias en los equipos de trabajo y afectando la atención diaria”, advirtió la FEM en un comunicado.

Según adelantó el Ministerio de Salud, hasta ahora no hay riesgo de desborde sanitario, pero el estrés sufrido por los trabajadores de la salud durante las olas anteriores, las licencias vacaciones acumuladas, renuncias de profesionales y auxiliares, sobre todo en el subsector privado; y licencias psiquiátricas derivadas de las presiones sufridas durante el pico de muertes e internaciones en mayo de 2021, genera preocupación en el sector de la salud. En su último informe la SATI comunicó que un 8% de las camas de terapia intensiva de adultos y un 2% de pediatría “están cerradas por falta de recurso humano”.

Ese estudio, del cual participaron 131 unidades de terapia intensiva de todo el país, e involucró a 2.099 camas, estableció que desde el 13 de diciembre de 2021 hasta el 25 de enero de 2022 “se registró un incremento en la ocupación total de camas del 68% al 85%, a expensas de pacientes COVID-19 positivos”.

También la Asociación de Clínicas, Sanatorios y Hospitales Privados de la República Argentina (ADECRA) y la Cámara de Entidades de Diagnóstico y Tratamiento Ambulatorio (CEDIM) advirtieron que las instituciones sanitarias se encuentran inmersas en graves dificultades para mantenerse operativas debido al ausentismo laboral del personal afectado por COVID o por ser contacto estrecho.

Ante la tercera ola COVID–19 vigente y en pleno desarrollo, la Comisión de Directores Médicos de ADECRA+CEDIM advirtió que el nivel de ausencia ha aumentado el 100% en los últimos días en referencia a los guarismos normales y habituales para esta época del año.

“Por tal motivo solicitamos a las Autoridades Sanitarias competentes que, en el caso del personal esencial de salud, se flexibilice la norma que obliga a los contactos estrechos de un caso de COVID19 confirmado al aislamiento preventivo; permitiendo con claridad que desarrollen su labor manteniendo las condiciones de cuidado sanitario correspondiente, siempre teniendo en cuenta el cumplimiento del esquema completo de vacunación”, expresaron a través de un comunicado.

La evolución de la pandemia tiene en alerta el sistema sanitario local que espera que en las próximas semanas desciendan los casos positivos por COVID, así como también las internaciones originadas por esta enfermedad y se pueda volver atender a todas las operaciones e internaciones pospuestas por esta tercera ola de coronavirus.

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