Por Valeria Muda, Licenciada en Administración de Servicios de Salud y directora de Grupo Medihome
La atención de la salud canadiense tiene muchas fortalezas, tales como la facilidad de acceso, costos relativamente bajos, con una efectividad y seguridad alta. Expertos locales explican sus ventajas y su comparación con nuestro país.
Hoy la humanidad vive en promedio más años que nunca. Si bien el COVID-19, bajó 2 años el promedio de expectativa de vida actual en todo el mundo, lo cierto es que en los últimos 50 años la misma ha crecido más de una década.
Sin embargo, cómo vivimos esos años que hemos ganado y cómo podemos lograr que más personas lleguen a la vejez en forma cada vez más saludable es un debate que se libra en cada país todos los días. Y las sociedades conviven con distintas condiciones socioeconómicas para determinar en gran parte cómo se vive, cuándo y cómo muere su población.
En la Argentina, la expectativa de vida para una mujer es de 80,3 años, un aumento sustancial respecto de 1990, cuando era de 75,8. Por el lado de los hombres, es de 73 años, a diferencia de los 68,5 en el inicio de la década de los 90, según datos de comienzos de 2020 de la Organización Mundial de la Salud (OMS). A nivel global, Japón lidera el escalafón con 83,7 años de expectativa de vida (promedio hombres y mujeres). En el otro extremo, se encuentra la República Centroafricana con 50,2 años (promedio hombres y mujeres).
Uno de los países con mejor salud pública de mundo es Canadá. Allí la esperanza de vida es de 84 años para las mujeres y 80 años para los hombres. La atención de la salud canadiense tiene muchas fortalezas, tales como la facilidad de acceso, costos relativamente bajos, con una efectividad y seguridad alta.
Canadá es una monarquía parlamentaria federal que se rige por los principios de la Ley Constitucional de 1982. El país tiene un régimen federal cuyos poderes se dividen entre el gobierno central y los provinciales. La atención de salud canadiense se proporciona por un sistema nacional simbiótico cuyo financiamiento es compartido por los seguros de salud público y privado, los usuarios y el gobierno. Se cree erróneamente que la atención médica canadiense es gratuita: si bien los residentes permanentes y los ciudadanos no tienen que pagar para ir al médico o para recibir algún tratamiento en el hospital, la verdad es que la atención médica canadiense se paga a través de los impuestos.
“En Canadá el sistema de salud recibe financiación de aportes laborales, impuestos y en forma directa del propio estado y provincias. Esto genera en definitiva un financiador único que concentra todo el dinero. Aquel trabajador de sueldos inferiores tiene el mismo servicio de salud que aquellos de ingresos superiores. Teniendo los mismos un aporte diferencial. Todos tienen un número único de seguro social que les da acceso al mismo sistema sanitario y atención en hospitales”, explicó el doctor Darío Amoruso, médico especialista en Clínica Médica y Auditor Médico General de Medihome.
Y agregó: “Tiene un sistema de salud integral, unificado, donde todos los pacientes pueden acceder a los distintos niveles de requerimientos asistenciales. Respecto a modelo de atención de la salud en Argentina tiene varias diferencias y algún punto de contacto”.
Según explicó Amoruso, en Argentina el sistema de salud está dividido en 3 subsectores. Por eso se lo llama fragmentado.
1-Sector público: financiada por el Estado a través de los impuestos. Esta salud pública está fragmentada en tres. Atención primaria (promoción y prevención de la salud a cargo de los municipios, financiados por recursos municipales y provinciales. La atención asistencial de segundo nivel (hospitales) está a cargo de las provincias y financiado por ellas y a veces por recursos nacionales. El tercero es la salud pública nacional que está a cargo del diseño y planificación de las estrategias sanitarias y asistenciales del país.
“Como ejemplo tomamos a la vacunación en general. La Nación tiene la responsabilidad de diseñar un calendario nacional de vacunación y la compra y entrega de las mismas a las provincias. La provincia está a cargo de la logística y distribución a los municipios, que son los que están encargados de aplicarlas. Para incentivar que las estrategias asistenciales diseñadas se lleven adelante hay una relación directa entre los objetivos cumplidos por los municipios y el aporte económico que reciben de las provincias a través de la coparticipación de acuerdo a la superficie del municipio y la cantidad de gente que vive allí.
2- Sector de la Seguridad Social (implica a las obras sociales nacionales, provinciales, de fuerzas armadas y seguridad, nacionales y de los poderes legislativo y judicial): son aquellas obras sociales que se financian a través del aporte de los trabajadores, que tiene una oferta asistencial sanitaria muy heterogénea con importantes diferencias asistenciales de acuerdo al sindicato aportante.
3-Sector privado: Las prepagas es el tercer punto financiado a través del aporte voluntario de sus afiliados.
“Esta partición del financiamiento asistencial en la Argentina hace que tengamos un gasto de salud per cápita similar al de Canadá con respuestas sanitarias muy heterogéneas. Habría que discutir la unificación del sistema de salud para que todos los argentinos accedan a una cobertura universal igualitaria. Esta discusión está pendiente hace muchos años por los intereses creados tanto por los sindicatos como también las medicinas prepagas”, concluyó Amoruso.
Así, nuestro Sistema de Salud, fragmentado entre lo público, la Seguridad Social (Obras Sociales Nacionales, Provinciales, Universitarias, entre otras), el PAMI y las Empresas de Medicina Privada (EMP) debate su sustentabilidad, ante costos crecientes y recursos insuficientes.
Dichos recursos, provenientes de presupuestos nacionales y provinciales, dependen del crecimiento económico del país (PBI). A su vez, la Seguridad Social, del aporte solidario de trabajadores activos provenientes de sus salarios (que pierden ante la inflación) y de sus empleadores en las proporciones que marca la ley. Por último, las EMP que se encuentran condicionadas por el límite en la capacidad de bolsillo de sus afiliados y adherentes, a la vez que necesitan de la autorización del gobierno para aumentar los aranceles.
Con todos estos recursos se deben atender los costos que demanda la cobertura de las prestaciones de salud y políticas de prevención que establece la Constitución Nacional como derecho, y lo que especifican los programas de salud como el PMO (Plan Médico Obligatorio) en la Seguridad Social en todas las organizaciones ya mencionadas.
Una de cada tres personas cuenta solo con el sistema de atención de salud público, que es brindado por centros sanitarios nacionales y provinciales. El sistema privado engloba a más de 100 empresas de medicina prepaga. Y finalmente, está la cobertura brindada por las obras sociales nacionales y provinciales que suman más de 300 y brindan atención sanitaria a los empleados registrados o en blanco.
Si bien el sistema de salud es universal, y los argentinos y extranjeros residentes pueden acceder en forma gratuita a los servicios ofrecidos por el sector público, persisten brechas importantes y asignaturas pendientes, especialmente en lo relativo a su calidad y a la disponibilidad de atención sanitaria de acuerdo a la región donde se habite. Así es como en la Ciudad de Buenos Aires hay 10,2 médicos y 7,3 camas por cada 1.000 habitantes, frente a 1,2 y 1,1 respectivamente en la provincia de Misiones.
«La Argentina adolece de lo que adolecen muchos países de la región que es el tener un sistema de salud fragmentado, en realidad, segmentado y con problemas de coordinación», explicó el ex secretario de Salud de la Nación, Adolfo Rubinstein. «Hoy tenemos dos sistemas de salud. Uno para aquellos que tienen trabajo formal, con un seguro de salud, y aquellos que no tienen trabajo formal o registrado y tienen la cobertura del sistema público. La realidad es que el 100% de los argentinos está cubierto por los establecimientos públicos. Además, dos terceras partes de ellos cuentan con una obra social o prepaga. Hay una tercera parte de la población que tiene cobertura solamente por la que le brinda el sistema público, que habitualmente se da en las provincias o municipios. Los centros de salud y hospitales pertenecen a las provincias, en su gran mayoría. Nación tiene hospitales públicos e institutos, pero de altísima complejidad y están en la Ciudad de Buenos Aires», precisó Rubinstein.
Con un gasto total en servicios de atención de la salud del 8,5% del PBI argentino (uno de los niveles más elevados de América Latina), la presencia del Estado nacional convive con la de los Estados provinciales y municipales que trazan un mapa irregular de la salud.
Volviendo a Canadá, sus habitantes están orgullosos de su enfoque universal del seguro de salud basado en la necesidad en lugar de los ingresos. El sistema tiene muchas fortalezas, tales como la facilidad de obtener atención, costos relativamente bajos y poco costo administrativo, con una efectividad y seguridad más o menos comparable con las de otros países, incluidos aquellos con un gasto per cápita considerablemente mayor, como los Estados Unidos.
La medicina ha cambiado drásticamente desde la introducción del Medicare canadiense a fines de la década de 1960, que cubría principalmente los servicios médicos y hospitalarios de atención aguda: las necesidades de aquel momento. El statu quo representa un compromiso alcanzado hace décadas entre pagadores y médicos y organizaciones que brindan atención médica, y el sistema actual funciona lo suficientemente bien para quienes lo necesitan. Quizás la lección más importante que se puede aprender de la experiencia de Canadá durante los últimos 50 años es que un sistema de atención médica de pagador único resuelve muchos problemas y puede fácilmente satisfacer las cambiantes necesidades de atención médica de una población.